José Ignacio (profe) recomienda: «La mente de los justos»

Título: La Mente de los Justos (2019), de Jonathan Haidt.

Editorial: Planeta

Categoría: Ensayo. Psicología.

Vivimos en un mundo cada vez más polarizado políticamente. Esto es algo que podemos certificar si encendemos nuestros teléfonos móviles para entrar en Twitter e Instagram, o para leer las noticias en cualquier periódico. En ocasiones, parece que la política se ha convertido en una lucha entre personas que se detestan, en lugar de un diálogo entre personas que tienen ideas diferentes, pero que intentan buscar soluciones comunes a problemas importantes como la violencia, la pobreza, la ausencia de oportunidades educativas, o la falta de salud. Esta incapacidad de dialogar y llegar a consensos es un problema preocupante. Si las personas corrompemos progresivamente nuestra capacidad de dialogar, entonces nuestro futuro será indudablemente funesto, pues no podremos hacer frente, de forma razonada, a las amenazas existenciales a las cuales nos enfrentamos: la posibilidad de una guerra nuclear, el cambio climático, la democratización de la biotecnología (y por tanto, del bioterrorismo), o la posibilidad de que una inteligencia artificial con capacidades mayores que las nuestras decida tratarnos con el mismo cariño con el cual los humanos tratamos a los insectos.

En La Mente de los Justos, Jonathan Haidt profundiza en las razones por las que nos cuesta tanto tener conversaciones razonadas tanto en nuestra vida personal como cuando hablamos de política. Haidt argumenta que los seres humanos, como especie, somos criaturas que tenemos más dificultades para razonar de lo que se piensa habitualmente. Nos explica que cuando hacemos un juicio respecto a algo (por ejemplo, ‘este partido político es mejor que este otro’) lo hacemos siguiendo nuestra intuición, y luego utilizamos la razón como buenamente podemos para justificar esa intuición. Es decir, explica que la razón se dedica a hacer de abogada de nuestras intuiciones primarias. Esto me pareció interesante porque, efectivamente, en mi día a día vivo muchos momentos en los que defiendo mis intuiciones con bastante fuerza, pero cuando me paro a pensar, me doy cuenta de que mis opiniones están menos razonadas de lo que me gustaría admitir. También lo veo en lo que dicen otras personas. Por ejemplo, algunas amigas creen fervientemente en la astrología y, cuando hablamos, en ocasiones me señalan que soy ‘muy Géminis’, ignorando todas las veces que expreso ideas que no son ‘nada Géminis’. Tenemos la intuición de que ser «de izquierdas», «de derechas», «anarquista», «del Real Madrid», «del Atleti», «feminista», «español», «estadounidense», «ecologista», «cristiano», «musulmán», o «creyente en la astrología» es lo mejor, y luego comenzamos a fabricar razones (habitualmente débiles) que apoyan esas intuiciones. 

El libro nos da una advertencia, señalando lo manipulables que son esas intuiciones. En un experimento que el autor relata, un joven investigador hacía preguntas respecto a la inmigración a estudiantes universitarios. Lo realmente interesante es que hacía las preguntas en un pasillo que tenía una papelera en la cual, el experimentador, a veces, rociaba un spray pestilente sin que nadie le viera. Cuando rociaba ese spray, los alumnos que respondían a las preguntas de inmigración tenían ideas mucho más negativas respecto a la inmigración que cuando el aire era fresco. Es decir, cada vez que el investigador hacía que el aire oliera mal, la gente sentía asco, y ese asco fomentaba determinadas ideas políticas. Esas ideas políticas no eran razonadas, sino que se desarrollaban influenciadas por la sensación de asco. Se puede manipular nuestra forma de pensar con un spray maloliente, pero tenemos ejemplos históricos en los que se ha hecho de otras formas. En la propaganda política de los nazis, se indicaba de forma repetida que los judíos eran «ratas», «cucarachas» o «una plaga». Todos conocemos cómo terminó la historia.

Haidt dedica capítulos enteros a las diferencias psicológicas entre personas progresistas, libertarias y conservadoras, a los peligros de la cultura de la cancelación, y a las posibles soluciones para sortear el tribalismo (la lucha entre tribus políticas); un tribalismo que en última instancia nos puede llevar a territorios preocupantes. Si se nos acaba la posibilidad de hablar con aquellos que son de ‘otra tribu’, ¿qué haremos? 

La Mente de los Justos es una obra que recomendaría a los adultos, pero también a algunos de nuestros alumnos más mayores, pues los más pequeños tendrán dificultades para entenderlo. En la Universidad, particularmente aquellos que estudien ramas como la psicología, la sociología, o la economía lo encontrarán de enorme utilidad. Considero que este es un libro fundamental para comprender el clima político de nuestro tiempo y para entender por qué los humanos somos como somos. También es una obra útil para plantar una semilla de sospecha en nuestra propia conducta individual. Tal vez, personalmente, no somos tan razonables como pensamos. Y tal vez, en ocasiones, los del «bando contrario» no son tan irreflexivos y malintencionados como parece.